Real.
Tan real como el vacío que causó tu ausencia cuando nos dijimos adiós el pasado septiembre.
Yo con mis supuestos 18, tú con tus promesas al aire.
Es inexplicable, poco coherente, pero sin dejar nunca de ser real.
Respiro y camino, pero a veces pongo en duda si sigo viva, pues no me he vuelto a sentir como en verano cuando, llegando siempre tarde, me dirigía al hotel, con una pelea constante en mi cabeza entre la realidad y la fantasía,
y qué es lo que determina una cosa de la otra.
Corríamos de la mano por la ciudad, de noche, de día, con la vista nublada.
Mojándonos por los aspersores a las tres de la mañana.
Cenándonos por las mañanas y desayunándonos por las noches.
La juventud en su estado puro.
La felicidad, el amor.
Nosotros.
Sin importar si eran 4, o 7 los años que nos llevábamos,
yo siempre buscaba mil fórmulas que me llevaran a estar a tu nivel.
¿Te acuerdas, amor, cómo me repetías que los sueños son las alas que nos permiten alejarnos de un día gris?
Todo ha cambiado desde entonces, como comprobamos la última vez que nos vimos.
Hacía frío, y yo ya no tenía el pelo largo para que jugaras con mis rulos mientras hacías que el mundo desapareciera susurrándome al oído mil maneras de ser felices.
Ya no soy capaz de convencer al mundo de que me de un día más para estar a tu lado.
Ya no es posible que olvides quién soy, de dónde vengo
y aún así sientas que me has conocido toda la vida.
Esos días, supiste, sin saber, que algo no encajaba, pero poco te importó.
Me enseñaste mil maneras de decir "te quiero", sin pronunciar una palabra.
Tú con tu francés, yo con mi español.
"We understand each other without saying a word", ¿te acuerdas?.
Ha pasado ya un largo tiempo, y sigo sin saber si estoy preparada para dejarte ir.
Me he arriesgado a empezar otra vez, otra persona, otras circunstancias.
No funciona, mi vida. Nada de esto está funcionando.
Porque no es verano. Porque no eres tú.
Porque no es lo mismo.
No sé querer, y tampoco sé dejar de hacerlo.
Solo sé que lo que hoy es azul mañana será amarillo.
Y tan solo te pido que me dejes vivir con los colores con los que pintaste
mis días en verano.
Parce que je t'ai aimé, parce que je t'aime.